El hijo de Viviana Mosquera fue diagnosticado con cáncer de colon al nacer, por lo que los médicos estimaron que viviría unos 3 meses, pero no, él estaba dispuesto a romper los criterios médicos. Ya han pasado 12 años desde que le detectaron la enfermedad, por lo que se ha enfrentado a múltiples operaciones y complicaciones de salud, incluyendo ceguera temporal y debilidades físicas, debido a las secuelas de la enfermedad.
A pesar de sus desafíos, el hijo de Viviana muestra una determinación inquebrantable. Su ternura y espontaneidad, especialmente cuando está en ‘modo’ comerciante, hace que la gente empatice con él, aunque desconozca que internamente convive con algunos plásticos que le implantaron los médicos, para lidiar en parte con las secuelas del cáncer de colon.
Viviana Mosquera, residente de la parroquia Camarones en el cantón Esmeraldas, intenta mostrarse fuerte al narrar el cómo ha lidiado con los dolores de su hijo, los viajes a hospitales con poco dinero y con los desalentadores diagnósticos médicos, sin embargo, por momentos no logra contener el llanto de felicidad y gratitud, especialmente al mirar a su hijo que continúa vivo junto a ella.
‘Todo va a estar bien…mamá’
“En ocasiones yo no comía para estar ahí con la medicina de mi hijo, me puse flaquita; me tocó vender todo”, revela la mujer, quien para solventar los 300 a 400 dólares mensuales que requiere para las medicinas y para viajar a los hospitales, optó por vender chontaduro cocinado al filo de la carretera. “Mi hijo me ayuda muchísimo, él se sube a los buses que pasan y van a San Lorenzo, Eloy Alfaro o a Esmeraldas, ahí vende las fundas con los chontaduros, me da un poco de miedo que lo haga, pero a él le gusta y creo que eso lo mantiene animado y vivo”, comenta.
Con nostalgia dijo que su exesposo la abandonó al saber sobre la enfermedad, pese a ello no le guarda ningún resentimiento, debido a que, es una mujer de fe, al punto en más de una ocasión ha hecho penitencias como ir de rodilla hacia su Virgen El Quinche de la cual es devota.
“Cuando mi hijo me ve llorando me dice: ‘yo estoy bien mamá, tranquila vamos a salir de esta’, por eso él es mi guerrero de vida que me da fuerzas para seguir adelante”, expresó entre lágrimas la joven madre, quien dice que al contar su relato de vida no busca dar lástima, sino que inspirar a otras personas que suelen renegar por pequeñas adversidades.
Ni bono ni casa
“Dios tiene un propósito para mi hijo. Él es pilas en los estudios y le encanta el comercio”, lo dice con ese orgullo de madre, tras revelar que en los últimos cinco años ha realizado los trámites correspondientes en las instituciones públicas del Estado ecuatoriano para que le otorguen el Bono solidario para su hijo, pero no ha recibido respuesta, tampoco atención para tener un casa, por cuanto vive un espacio menor a los 24 metros cuadros donde solo hay espacio para un colchón, una mesa de plástico y la cocina industrial donde cocina los chontaduros o frita las empanadas, según la temporada del año, por lo que espera ser ayudada por las autoridades o personas particulares. Para ayudar a Viviana y a su hijo se puede llamar al +593 95 95 53 733.
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