Motines en las cárceles, retenciones de guardias penitenciarios, al menos siete vehículos incendiados y hasta un policía de rodillas y apuntado por un arma de fuego.
Esmeraldas, alguna vez llamada la «provincia verde» o una joya para el turismo por sus paradisíacas playas, sucumbió el martes ante el caos, la violencia y el abandono.
Las imágenes que circularon sobre Esmeraldas mostraron el horror que vivieron sus ciudadanos en un solo día. Al igual que en ocasiones anteriores, el Gobierno atribuyó los hechos violentos registrados en varias zonas del cantón a una reacción de grupos delictivos, por la aplicación de un estado de excepción en el sistema penitenciario del país.
La realidad, con todos hechos violentos de por medio, es que Esmeraldas luce como un “territorio perdido” donde el Estado no tiene el control. Y donde, incluso, las fuerzas del orden “no pueden entrar” a ciertas zonas, según la asesora en asuntos de seguridad, Carolina Andrade.
Así se expandió el crimen organizado en Ecuador
¿Cómo llegó Esmeraldas a este punto? En esa jurisdicción “no se han tomado las medidas respectivas a tiempo” y se ha permitido que ciertos espacios sean controlados por bandas del crimen organizado y grupos de delincuentes, apuntó Andrade.
Para la experta, que también labora ahora en el Municipio de Quito, el estallido de la violencia en la provincia “se lo había ya advertido”, porque además de la inseguridad, “está en completo abandono” desde hace mucho tiempo. Y por si fuera poco, la provincia sufre los embates de la naturaleza.
Hace algunos meses la provincia fue azotada por fuertes temporales e inundaciones y es muy probable que sea también golpeada por los efectos del fenómeno de El Niño, que se prevé arribe en los últimos meses del año.
Ese es un “panorama poco alentador” para una comunidad como la esmeraldeña “que se está derrumbando” y que ha visto seriamente afectada sus fortalezas turísticas y productivas, opinó la experta.
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